La microbiota intestinal

El cuerpo humano alberga diferentes tipos de microbiota, en función de la superficie colonizada: boca, piel, pulmones, vagina, tracto digestivo, etc.

La microbiota es el conjunto de microorganismos no patógenos (o comensales) que viven en un entorno específico en un huésped.
Incluye principalmente bacterias, pero también virus, hongos y parásitos microscópicos.
Cada uno de estos tipos de microbiota está formado por unas 350/450 especies bacterianas diferentes (el número varía según los estudios), de las cuales solo una décima parte coinciden en las distintas personas.
Sería lo que podría denominarse un «tronco común»

Por tanto, cada ser humano tiene su propia microbiota distintiva

La microbiota intestinal, anteriormente conocida como «flora intestinal», es la más importante de todas.
Tiene una media de 100 000 billones de gérmenes (más que el número de células del cuerpo humano), con un peso total de entre 1 y 3 kilos.
Localizada principalmente en el intestino delgado y en el colon, se distribuye en la superficie del epitelio y comprende principalmente bacterias beneficiosas, con diversos mecanismos de acción y producción (metabolitos).
La microbiota, que podría considerarse un verdadero «órgano», participa directamente en la digestión:
Desempeña otras múltiples funciones en el organismo, como la metabólica, la inmunitaria y la neurológica.

Por tanto, podemos hablar de la microbiota intestinal como un «superorganismo».

Cada microbiota se forma gradualmente desde el nacimiento, a través del contacto con los gérmenes maternos y ambientales.
Importancia del nacimiento: por cesárea, el niño nace estéril y se coloniza con los gérmenes del entorno, por vía natural, se coloniza con la microbiota vaginal de su madre (de ahí la importancia de la calidad de la microbiota vaginal durante el embarazo)

Bajo la influencia de la diversificación alimentaria, la genética, el nivel de higiene, los tratamientos médicos y el entorno, su composición evoluciona cuantitativa y cualitativamente durante los primeros años de vida, antes de estabilizarse en torno a los 4 años.
Este frágil equilibrio puede verse alterado por diversos factores a lo largo de nuestra vida. El estrés, las enfermedades, las infecciones víricas, bacterianas o parasitarias, los tratamientos farmacológicos (antibióticos, IBP y anticonceptivos orales, en particular), los cambios en la alimentación, etc …
La microbiota no es un conjunto de microbios independientes, sino un sistema estructurado con numerosas interrelaciones lógicas.
El exceso de gérmenes patógenos o el déficit de gérmenes beneficiosos, la restricción de la biodiversidad o la reducción del número de genes microbianos apuntan a una DISBIOSIS. Podemos decir que la disbiosis es una ruptura de la simbiosis microbiota-huésped.
Numerosos estudios demuestran la relación entre la disbiosis y numerosas enfermedades inflamatorias e inmunitarias.

El tratamiento de la disbiosis intestinal se basa principalmente en soluciones naturales.
- A menudo, es necesario un primer paso de limpieza del intestino con un potente antiinfeccioso natural combinado con una solución enzimática para mejorar la digestión.
- En un segundo paso, se debe tratar la porosidad o hiperpermeabilidad de la pared intestinal .
- Por último, hay que reequilibrar la microbiota proporcionando microbióticos (es decir, probióticos). Es aconsejable adoptar un estilo de vida saludable: reducir el hábito tabáquico o dejar de fumar y de consumir alcohol, realizar una actividad física regular y llevar una dieta rica en fibra y productos fermentados, que son fuentes de prebióticos.
- En casos extremos, se pueden prescribir trasplantes fecales (implantación natural de microbiota sana).