Inmunidad
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Para mantenerse sano, el organismo debe combatir constantemente las agresiones externas de nuestro entorno. Tanto si se trata de infecciones como de los efectos de la contaminación, el sistema inmunitario debe ser capaz de responder eficazmente. Cuando esta inmunidad se agota o falla, estamos en riesgo.
Los alimentos convencionales no aportan por sí solos la cantidad suficiente de elementos que el sistema inmunitario necesita para funcionar de forma óptima. Por ello, para mantenerse en forma, es aconsejable reforzar las defensas naturales (es decir, la inmunidad) con la ayuda de suplementos alimenticios.
Acerca de los suplementos alimenticios para el sistema inmunitario
Las defensas inmunitarias garantizan el equilibrio biológico y fisiológico del organismo. Con la industrialización y la aparición de nuevos hábitos alimentarios, las carencias son cada vez más frecuentes. Así, el organismo debe recurrir a sus reservas, lo que genera una situación de estrés oxidativo, que conlleva la formación de radicales libres. Por tanto, se vuelve vulnerable a los agentes patógenos a los que está expuesto.
La función de un suplemento alimenticio para el sistema inmunitario es aportar estos nutrientes para reforzar las defensas naturales. Se trata de concentrados de sustancias nutricionales desarrollados para aportar los elementos que faltan o son insuficientes en la dieta de una persona. Cuando la inmunidad se ve comprometida, en caso de enfermedad, las vitaminas y los oligoelementos de estas composiciones favorecerán la respuesta inmunitaria.
Durante la recuperación, la ingesta de estos nutrientes estimulará la recuperación y el mantenimiento del sistema inmunitario para recuperar rápidamente la salud. Los suplementos alimenticios para reforzar el sistema inmunitario contienen vitaminas D, B6, B9, B12 y C, minerales y oligoelementos (magnesio, zinc, selenio, etc.). En Oxyform, encontrará suplementos alimenticios veganos, sin OMG, en cápsulas vegetales y fabricados en Europa.
Normalmente, la piel sintetiza la vitamina D con una exposición suficiente al sol. Entre otras cosas, esta favorece el mantenimiento la integridad de la mucosa intestinal, lo que limita el paso de patógenos al medio interno, al tiempo que permite una buena absorción de nutrientes.
Al estimular el sistema inmunitario innato y adaptativo, la vitamina D permite una respuesta rápida a las infecciones aumentando la síntesis de antimicrobianos por parte de las células responsables de nuestra defensa. También tiene un efecto antiinflamatorio.
La vitamina C se conoce ampliamente por el papel que desempeña en la inmunidad. Su deficiencia conduce a una mayor vulnerabilidad ante las infecciones. Por su función antioxidante, la vitamina C contribuye a proteger las barreras epiteliales (es decir, la piel y las mucosas) frente al estrés ambiental (en particular, la contaminación y el sol). Estimula el poder de eliminación de microbios de los glóbulos blancos y su renovación cuando se agotan.
Las vitaminas del grupo B actúan de forma sinérgica para mantener el sistema inmunitario. Estas refuerzan la integridad de la mucosa epitelial y de la piel. Su carencia, especialmente de las vitaminas B6, B9 y B12, provocan un déficit en la formación y el funcionamiento de las células inmunitarias.
La vitamina E también tiene un efecto antioxidante. En sinergia con las vitaminas A y C, refuerza los sistemas de defensa celular y el uso de omega 3, que lucha contra los radicales libres resultantes de la inflamación. Esta acción antioxidante se ve reforzada por oligoelementos como el zinc y el selenio.
Suplementos alimenticios: ¿cómo reforzar el sistema inmunitario?
El primer paso para reforzar su sistema inmunitario es adoptar buenos hábitos. Es importante dormir lo suficiente, de 7 a 8 horas por noche, en un entorno tranquilo y saludable. Durante este periodo, el cuerpo se recarga de energía y se recupera del estrés del día.
Además de dormir, hay que evitar el tabaco y el alcohol. Ambas sustancias son enemigas del sistema inmunitario. Estas debilitan las membranas mucosas, especialmente los sistemas respiratorio y digestivo, e inhiben la absorción de nutrientes, de modo que el organismo es doblemente susceptible a los patógenos.
Huelga señalar la importancia de la actividad física. Un estilo de vida sedentario expone a las personas al desarrollo de enfermedades como la obesidad y la diabetes que, factores de riesgo no solo cardiovascular, sino también de trastornos inmunológicos y cánceres. Por supuesto, debe acompañarse de una buena hidratación y practicarse en un entorno aireado, no contaminado y, a ser posible, soleado.
Otro aspecto igualmente importante que hay que vigilar es la dieta. Si bien es cierto que la alimentación no puede proporcionar todos los elementos necesarios para el sistema inmunitario, esta constituye la base de este. Debe ser variada y equilibrada, sin exceso de grasas saturadas, sal y azúcares rápidos. Asimismo, debe contener suficientes vitaminas, proteínas, minerales y oligoelementos.
Para ello, deben privilegiarse los productos ecológicos naturales, sin conservantes, frescos y cocinados en casa, en lugar de aquellos industriales. No hay que olvidar las frutas y verduras. Todas estas medidas pueden reforzarse con la toma de suplementos alimenticios ecológicos, algunos de los cuales son más adecuados para una situación que para otra. En general, se presentan en forma de comprimidos, jalea real, ampollas, gotas, productos herbarios, cápsulas, etc.
¿Qué alimentos son útiles para reforzar el sistema inmunitario? La miel, el extracto de propóleo o la jalea real, las infusiones de ginseng y eucalipto, el pomelo, la equinácea, la acerola, la espirulina o el saúco
¿Qué suplemento alimenticio debo elegir?
Ante la variedad de suplementos alimenticios disponibles en el mercado, es fácil perderse. En realidad, no todo el mundo tiene las mismas necesidades según su estado inmunitario, ya sea para fortalecerse o para recuperarse de una enfermedad. Lo mejor es consultar previamente a un médico y hacerse un chequeo para evaluar la situación. En ausencia de contraindicaciones, se pueden adoptar las siguientes actitudes prácticas.
Para recuperarse de una infección, sobre todo de una infección vírica respiratoria o digestiva, se recomiendan encarecidamente la vitamina C, el zinc y el selenio . Si es necesario, y especialmente durante el invierno, cuando la exposición al sol es escasa, se pueden utilizar suplementos alimenticios que contengan vitaminas D3, A y/o C. Por supuesto, hay que prestar atención a la dosis respetando la ingesta diaria recomendada. Estos también son útiles en la fase preventiva.
Para limitar los efectos del estrés y la fatiga sobre la inmunidad, las vitaminas A, B, C y E son combinaciones interesantes, especialmente por sus importantes propiedades antioxidantes y regeneradoras.
Algunos preparados naturales y ciertos extractos herbarios o de frutas naturales son eficaces directa o indirectamente para reforzar la inmunidad. Un ejemplo de ello son los productos apícolas: miel, extracto de propóleo o jalea real, infusiones con ginseng, eucalipto, equinácea, acerola, pomelo, espirulina o saúco.
Algunos alimentos orgánicos como la espirulina, los fermentos y las levaduras ricas en aminoácidos y oligonutrientes cumplen una función complementaria. Los aceites esenciales o los extractos de pescado ricos en omega 3 y 9 contienen abundantes vitaminas liposolubles que el organismo necesita para fortalecerse.
Estos productos (suplementos alimenticios para mejorar las defensas y la inmunidad) no son medicamentos y no requieren receta médica. Sin embargo, se recomienda consultar a un médico o farmacéutico antes de tomarlo. En general, se presentan en forma de comprimidos, jalea real, ampollas, gotas, productos herbarios, cápsulas, etc.